Inés (70) es la madre superiora de una aislada orden rural de monjas de clausura. Su vida transcurre en paz y tranquilidad, dedicada a observar a Dios y a preparar alimentos para la comunidad local empobrecida. Un día, un terremoto sacude el convento, e Inés cae en un charco de lodo y queda atrapada por horas. Finalmente, las monjas de su congregación logran sacarla. Tras el evento, misteriosas úlceras comienzan a invadir su cuerpo. Con su deterioro físico, Inés empieza a escuchar ruidos y a experimentar episodios que parecen estar al borde de la realidad. Es como si la decadencia de su cuerpo estuviera abriendo una nueva e intensa realidad espiritual. Las otras monjas de la congregación, sin saber cómo tratar esta condición misteriosa, comienzan a sentir miedo ante el comportamiento de Inés, lo que cambia por completo el ambiente y la jerarquía del convento. Pero este terrible y extraño suceso ha ayudado a la madre superiora a profundizar más y más en esta nueva forma de ser.
Una vez que la condición de Inés empeora hasta un punto crítico, las monjas se rebelan y la aíslan. Habiendo perdido su comunidad, Inés se entrega por completo a su padecimiento y comete el pecado último: abandona el convento. En el mundo exterior, su cuerpo se desmorona completamente y ella alcanza la experiencia espiritual suprema.